octubre 20, 2007

La feria del libro en el Zócalo

El domingo pasado fui a la concurrida, aunque no atestada, H. (de histérica) séptima feria del libro en el zócalo de la ciudad de México… Para ser muy honesto con ustedes, mi presencia en esta feria se debió a dos razones, solo dos, una, la presencia de la Dr. Rivera Garza, a la cual recordaremos por haber sido la culpable de que este espacio de auto publicación exista, y la otra por que mi mujer no me hubiera perdonado, bajo ninguna circunstancia, no llevarla a tan afamado acontecimiento, pero por el amor a la virgen de la macarena, quien carajo puede aguantar 6 horas de amontonadero, olor a copal, danzas aztecas, perredistas alborotadores y por supuesto treinta y tantos grados en la plancha del zócalo, de verdad hasta la bandera se estaba quejando del calor, bueno parece que yo pude, lo sobreviví, no puedo todavía decirles cómo, pero lo logré, lo que si debo confesar, es que esa noche me fallaron las ganas y las fuerzas.

Pero bueno, este pequeño relato tiene como misión oculta una queja, la cual me parece valida y oportuna. En un acto cuasi heroico, entramos a la carpa que llevaba por nombre Foro Gabriel Figueroa, El Cine, entramos sobretodo influenciados por el gusto al séptimo arte que compartimos como pareja, una vez dentro y claro después de fumarnos el humor de por lo menos 80 personas que estaban ahí dentro sudando la cruda de pulque, curado de apio, nuez y pepino, escuchamos la singular acusación de uno de los panelistas acerca de la violencia en el cine mexicano, el ponente argumentaba que la violencia en le cine mexicano se ha vuelto un tema de primer orden, que no existen películas mexicanas que no tomen a la violencia como un personaje principal de la trama y agregaba que, la violencia debe estar medida y debe generar una conciencia social pero que en ningún caso debe representar un personaje de la trama, a lo que otro de los miembros del panel, mientras negaba con la cabeza interrumpió, - oye, ¿pero… qué la violencia no es algo del día a día en nuestro país?, a mi me parece que finalmente los que hacemos cine estamos retratando la realidad de nuestros país, de eso sí se trata el cine – y como si estuviéramos en la cámara de diputados varios expresaron su aprobación con aplausos y sonrisas, a lo que el cuestionado miembro del panel, solo aclaro, - sí se trata de eso el cine, pero hay formas y formas – y ahí, cuando por fin pensé que toda la travesía iba a valer la pena gracias a un debate interesante e inteligente, volví la cabeza para ver la cara de mi mujer, quien también estaba emocionada por el altercado de la tarima, de pronto con una capacidad que solo los perredistas poseen, todo viro a una sarta de injurias en contra del espurio, de pronto todo se convirtió en una lectura de un clásico perredista ardido diciendo que la violencia en el país se debe a que estamos gobernados por un idiota, ilegitimo y pendejo presidente.


He aquí mi queja, ¿porqué cuándo estamos llegando a puntos álgidos, a puntos dignos de debate, a argumentos interesantes y que además interesan a la gente que esta escuchando atenta a la opinión de seguros letrados en el celuloide?, ¿porqué utilizan cualquier tribuna para soltar demandas políticas?, ¿porqué siempre terminamos escuchando necedades?, ahora gracias a los medios de comunicación de nuestro país me entero que las cabezas de la izquierda mexicana están aceptando lo irremediable, el señor Calderón es el presidente de la nación, les guste o no, nos guste o no.

Así fue como después de tomar por la mano a mi mujer salimos de la carpa con el ceño fruncido y el peso del desencanto en los tobillos, salimos de ahí con las ganas amarradas y la lengua profiriendo, “al cine, que a eso vienen” recordando que era domingo y que mis domingos le pertenecen a la monumental plaza de toros México. Al toro, al toro… Al cine, al cine…

Salimos con los ojos rojos, no tanto por el enojo sino por la espesa niebla ácida que se genera cual efecto invernadero en esas carpas faltas de ventilación, para alegrarnos gracias a los acordes de una conocida melodía que atendimos a la distancia, - era de nogal, era de nogal, era de nogal el saaaaaannnntooooo, era un gran campion, era un gran campion, por eso luchaaabaaaa taaaaaantoooooo – en el foro principal se estaba presentando Botellita de Jerez, o bueno lo que queda de ellos, así que gracias al aire fresco y a las que llegaron para quedarse, la sonrisa volvió a nuestros labios, muy contentos regresamos a casa con los pies adoloridos, una revista de letras libres y una gran anécdota para el blog.

Por cierto, a la Dr. Rivera-Garza, ni la vi, su taller era a la 1 de la tarde y en domingo, en mi casa, a esa hora, todavía es muy temprano como para sacar el pie de las sábanas.

octubre 05, 2007

NO SE ME IMPORTA UN PITO...

No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles,
y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.

OLIVERIO GIRONDO

octubre 04, 2007

De la que se fue...

De la que se fue para no volver,
una vez te tuve y te dejé ir,
dos veces te necesite y me dejé ir,
tres veces me quisiste y te compadecí,
cuatro veces me llamaste y no atendí,
cinco veces regresé y estabas ahí,
seis veces brindé por ti y decidiste partir,
cinco veces me maldije por que no estabas ahí,
cuatro veces te llamé y no atendiste,
tres veces te quise y me compadeciste,
dos veces te necesité y me dejaste ir,
una vez te tuve y te dejé ir,
y finalmente te fuiste para no volver.